El barro y la arcilla tienen el poder y la magia de moldearse según nuestras intenciones y sensaciones.
A través de nuestras manos podemos canalizar y dar forma y lugar a algo tan etéreo como las emociones.
¿Qué forma tiene la rabia?¿Qué forma tiene la angustia o la tristeza?¿Qué forma tiene la felicidad?
El barro y la arcilla tienen el poder y la magia de moldearse según nuestras intenciones y sensaciones.
A través de nuestras manos podemos canalizar y dar forma y lugar a algo tan etéreo como las emociones.
¿Qué forma tiene la rabia?¿Qué forma tiene la angustia o la tristeza?¿Qué forma tiene la felicidad?
Para cada uno de nosotros es completamente diferente.
A lxs niñxs esta práctica les ayuda a poder transferir y proyectar en su propia creación las emociones que están sintiendo respecto a un tema en particular.
Les ayuda a sacarlas a fuera, hablar a cerca de ellas, de como la sienten, desde que situación se generan y sobre todo de aceptarlas a través de su propia validación en haberle dado forma con el barro.
Mirar las emociones desde este nuevo foco, les aporta un conocimiento más profundo a cerca de ellas y de paso de sí mismos, les ayuda a reflexionar y encontrar nuevas soluciones por un manejo diferente de aquellas emociones que por ejemplo sienten no poder controlar.
Para los padres, es una buena técnica que se puede hacer también en casa, aprovechando de jugar juntos explorando y creando vínculo y confiancia.
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